Parece que fue ayer, pero ya llovió bastante desde que instalé Windows NT 4.0 por primera vez en mi ordenador. Corría el año 1996 y servidor poseía un Pentium 150 con 64 Mb de RAM y una Matrox Millenium de 4 MB. Además, contaba con un disco principal de 850 Gb y otro secundario de 2 Gb en mi equipo. Las características del ordenador ahora parecen totalmente ridículas, pero por aquel entonces pasaba por ser un equipo de sobremesa realmente potente, prácticamente una estación de trabajo profesional. En aquel momento, aún le quedaba bastante camino por recorrer a la fotografía digital destinada al ciudadano de a pie, así que me dedicaba al 3D empleando el mítico 3D Studio MAX (v1.0) y el Photoshop 3 para retocar mis imágenes. Fue una época de largas esperas: habitualmente mis trabajos se renderizaban a 800×600, tardando el proceso varias horas y, posteriormente, el retoque tampoco resultaba tan «sencillo» como ahora. Más tarde, tras aumentar mi dosis de paciencia notablemente, comencé a trabajar a 1024×768. De aquella, recurrir a los sistemas de partículas para dar realismo a las escenas o bien hacer cosas como simulación de telas era prácticamente un suicidio y, de hecho, recuerdo renders que tardaron más de 3 días en completarse.
Más adelante mis equipos fueron evolucionando: pasé por un Pentium II a 233 con 128 Mb de RAM (que forzaba a 280); un Pentium III a 350 con 256 Mb (éste llegó a los 450); otro Pentium III 500 (aquí sólo pude subir 100 mhz) con 512 Mb y, finalmente, un sistema dual con dos procesadores Pentium III Coppermine a 933 Mhz que no forcé y ya contaba con 1Gb de RAM. Por desgracia, paralelamente a esto se iban elevando los requirimientos de hardware por parte del soft utilizado. Windows NT 4.0 se sustituyó (tras muchos años de impecable servicio) por Windows 2000 y éste, a su vez, dejó de ser mi SO (Sistema Operativo) cuando Windows XP SP2 vio la luz. Las diferentes versiones del 3D Studio MAX también evolucionaron y comenzaron a aparecer nuevos plugins para renderizado realista (incorporando la simulación de luz difusa y HDR para las texturas) que sustituían al clásico Pong, herencia del 3D Studio 4. La resolución de mis imágenes aumentó y el Photoshop, poco a poco, comenzó a consumir más recursos. Se podría decir que en mi última época con el 3D las escenas ganaron en calidad pero yo no podía finalizarlas en menos tiempo que antes, porque la velocidad de mi máquina seguía siendo un limitante.
Posteriormente, con la aparición de las primeras réflex digitales, adquirí una Canon EOS 300D y aparqué el 3D, que me mantenía prácticamente todo el tiempo encerrado en casa. Recuperé un poco de color en la piel de la cara y una de mis más viejas aficiones, que empecé a compatibilizar con el programa que tradicionalmente había usado desde siempre, el Photoshop. Comencé con la versión 7, luego llegó el primer CS, seguido del CS2 y finalmente el actual CS3. Todos ellos hicieron gala de una excelente robustez y fiabilidad, o casi.
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