Photoshop CS3 y compañía: cuando algo huele a podrido.

May 20, 2008

Parece que fue ayer, pero ya llovió bastante desde que instalé Windows NT 4.0 por primera vez en mi ordenador. Corría el año 1996 y servidor poseía un Pentium 150 con 64 Mb de RAM y una Matrox Millenium de 4 MB. Además, contaba con un disco principal de 850 Gb y otro secundario de 2 Gb en mi equipo. Las características del ordenador ahora parecen totalmente ridículas, pero por aquel entonces pasaba por ser un equipo de sobremesa realmente potente, prácticamente una estación de trabajo profesional. En aquel momento, aún le quedaba bastante camino por recorrer a la fotografía digital destinada al ciudadano de a pie, así que me dedicaba al 3D empleando el mítico 3D Studio MAX (v1.0) y el Photoshop 3 para retocar mis imágenes. Fue una época de largas esperas: habitualmente mis trabajos se renderizaban a 800×600, tardando el proceso varias horas y, posteriormente, el retoque tampoco resultaba tan «sencillo» como ahora. Más tarde, tras aumentar mi dosis de paciencia notablemente, comencé a trabajar a 1024×768. De aquella, recurrir a los sistemas de partículas para dar realismo a las escenas o bien hacer cosas como simulación de telas era prácticamente un suicidio y, de hecho, recuerdo renders que tardaron más de 3 días en completarse.

Más adelante mis equipos fueron evolucionando: pasé por un Pentium II a 233 con 128 Mb de RAM (que forzaba a 280); un Pentium III a 350 con 256 Mb (éste llegó a los 450); otro Pentium III 500 (aquí sólo pude subir 100 mhz) con 512 Mb y, finalmente, un sistema dual con dos procesadores Pentium III Coppermine a 933 Mhz que no forcé y ya contaba con 1Gb de RAM. Por desgracia, paralelamente a esto se iban elevando los requirimientos de hardware por parte del soft utilizado. Windows NT 4.0 se sustituyó (tras muchos años de impecable servicio) por Windows 2000 y éste, a su vez, dejó de ser mi SO (Sistema Operativo) cuando Windows XP SP2 vio la luz. Las diferentes versiones del 3D Studio MAX también evolucionaron y comenzaron a aparecer nuevos plugins para renderizado realista (incorporando la simulación de luz difusa y HDR para las texturas) que sustituían al clásico Pong, herencia del 3D Studio 4. La resolución de mis imágenes aumentó y el Photoshop, poco a poco, comenzó a consumir más recursos. Se podría decir que en mi última época con el 3D las escenas ganaron en calidad pero yo no podía finalizarlas en menos tiempo que antes, porque la velocidad de mi máquina seguía siendo un limitante.

Posteriormente, con la aparición de las primeras réflex digitales, adquirí una Canon EOS 300D y aparqué el 3D, que me mantenía prácticamente todo el tiempo encerrado en casa. Recuperé un poco de color en la piel de la cara y una de mis más viejas aficiones, que empecé a compatibilizar con el programa que tradicionalmente había usado desde siempre, el Photoshop. Comencé con la versión 7, luego llegó el primer CS, seguido del CS2 y finalmente el actual CS3. Todos ellos hicieron gala de una excelente robustez y fiabilidad, o casi.


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A vueltas con mi padre, la PowerShot G9 y los RAWs.

abril 28, 2008

Hace ya bastante tiempo que compré mi primera cámara compacta, una Fujifilm FinePix E900 de 9 megapíxels. La usaba fundamentalmente para hacer robados y en aquellas situaciones en las que la réflex resultaba demasiado aparatosa. La máquina en sí nunca estuvo nada mal, puesto que contaba con la tecnología Super CCD de Fuji que permite, a efectos prácticos, extender el rango dinámico de las imágenes. Además, disparaba en formato RAW, a costa, eso sí, de que las fotos pesaran una barbaridad y de la consabida larga espera a la hora de guardarlas (cosa de 20 segundos). Actualmente la camarita ya no anda por casa y tampoco me planteé sustituirla hasta hace bien poco, puesto que decidí que, a pesar de todo, la calidad de imagen de la réflex compensaba con creces la «incomodidad» a la hora de transportarla a ciertos lugares.

Sin embargo parece que el tiempo no pasa en balde. Por un lado, uno observa que los revelados que actualmente ofrecen los laboratorios a los usuarios del tradicional carrete dejan mucho que desear. De hecho, su flujo de trabajo pasa por escanear a baja resolución (1024×768 las más de las veces) cada foto y luego imprimir de mala manera las imágenes así obtenidas. Los resultados ya se los puede imaginar prácticamente cualquiera: colores totalmente alterados, inexplicable ruido digital en fotos analógicas, pérdida de resolución general y, en suma, calidad de imagen deleznable. Por otro lado, mi padre, que sigue con la misma afición montañera de siempre, comienza a quejarse del peso de los equipos analógicos de toda la vida y dice que ya no le apetece cargar con la F90, la F100 y unos cuantos objetivos, máxime dada la calidad asquerosa que obtiene luego a la hora de revelar las fotos (y en esto último no le falta razón). Total, que al final, entre una cosa y otra, la solución pasaba por comprar una réflex Nikon (la marca que usa él) o bien adquirir una compacta de «gama alta» que le solucionara los problemas de peso. Esta última opción le sedujo bastante más, dado el tamaño de estas últimas cámaras, aunque, todo hay que decirlo, un poco a pesar mío, que hubiera preferido una D80 (sigue sin convencerme la calidad de imagen que ofrecen las compactillas).

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Las fotos de congelador.

enero 9, 2008

Hay veces que se hace un foto y uno inmediatamente aprecia que es buena. Sin embargo, resulta algo bastante raro, tiene que ser lo que típicamente llamamos un «fotón» para que ya, a la hora de previsualizarla en la cámara, te des cuenta de que has hecho algo especial. A mí me pasó en contados momentos: con algún macro, de vez en cuando en el estudio… en la inmensa mayoria de las ocasiones, sin embargo, la realidad es bien distinta. Vas paseando, hay algo por ahí que te llama y te decides a fotografiarlo, quizá incluso te gusta al verlo en el LCD. Pero luego, cuando cargas el RAW en el ordenador, te das cuenta de que aquello que te parecía tan interesante o tan llamativo es, la mayor parte de las veces, un mítico montón de mierda de estos que, en mi caso, no borro por puro recuerdo.

Existe, sin embargo, otra categoría de fotos que para mí es bastante importante. Son las que llamo fotos de «congelador» porque, después de dispararlas, no sabes muy bien que hacer con ellas. ¿Son buenas?, ¿son malas?, ¿te está afectando al juicio crítico la idea preconcebida de lo que querías hacer?. Estas últimas suelo guardármelas, a veces durante muchos meses, hasta que me decido o bien a procesarlas o bien a condenarlas al olvido del disco duro externo para siempre. Hace tiempo que un buen fotógrafo me recomendó hacer eso y, la verdad, no me arrepiento para nada de su consejo. De éstas, guardo muchas en mi galería e, incluso, en algunos casos, he visto como se convertían en algunas de mis imágenes más valoradas. Así, la archiconocida foto de mi amiga Aurora fue una de ellas. Lllevaba hecha muchos meses y un día estábamos dando una vuelta y comentamos «pues podíamos subirla a la red, a ver que pasa, parece que tampoco quedó tan mal, ¿no?».

Aurora

(voy a ponerla una vez más, que nadie la conoce)

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Peor imposible.

septiembre 6, 2007

Seguro que a todos os ha pasado alguna vez. Estáis sentados tan tranquilos y, de repente, recibís la noticia de que para el día siguiente, a las doce como mucho, tiene que estar hecha una foto que se necesita para tal o cual cosa. Es algo que a mí me sucede de vez en cuando (aunque no viva de la fotografía) y a lo que se enfrentan la mayoría de los profesionales cotidianamente. Sin embargo, el caso de ayer fue un poco especial y bastante más demencial de lo que me esperaba. Veamos los antecedentes del asunto: yo actualmente trabajo en el edificio Santiago Gascón del Campus del Cristo, en Oviedo. La construcción aloja, básicamente, la Facultad de Bioquímica junto con algunos laboratorios en las plantas superiores, laboratorios donde unos cuantos desarrollamos todos los días nuestra actividad. El caso es que el nombre de la edificación no es precisamente casual. Santiago Gascón fue rector de nuestra Universidad y un científico eminente, de modo que se está confeccionando una publicación que contiene todos sus artículos y en la que, como no, debe aparecer una foto del edificio homónimo. Realizar esa foto fue, precisamente, mi tarea, puesto que ayer mismo nos dimos cuenta de que ninguna de las imágenes que se habían tomado hasta ahora era apropiada para la impresión. La cosa no hubiera tenido mayor importancia si hubiéramos contado con un poco de tiempo pero, dado que sólo había 24 horas y ya no se podía avisar a nadie para que al día siguiente la zona estuviera un poco despejada, asumí que tendría que hacer frente al problema como buenamente pudiera.

 

Edificio Santiago Gascón.

(pincha en la foto para verla más grande).

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Nikon, Canon y el verano que se nos va.

agosto 31, 2007

Pues sí, como todos los años por estas fechas vuelve a aproximarse Septiembre, lo que significa básicamente que se me terminan las vacaciones y regreso al laboratorio. Con todo, este Agosto ha sido un poco especial, ya que la tesis me tuvo ocupado hasta el día diez, de modo que se podría decir que tan sólo disfruté de unas vacaciones fotográficas comprimidas (ya hablaré de ellas :D). Sin embargo, parece que los grandes monstruos de la fotografía tampoco descansaron durante este período que se termina, ya que el verano fue el momento elegido para la presentación oficial de sus nuevos modelos. Nos referimos a las Canon EOS 40D/1Ds Mark III y las Nikon D300/D3. Sobre el papel parecen todas ellas máquinas excelentes pero, mientras Canon continúa más o menos por la línea que todos suponíamos, Nikon se desbanca, por fin, con una cámara Full Frame que parece llegar algo tarde.

1Ds, D40, D300, D3.

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La lista de sueños.

julio 8, 2007

Quizá algunos recuerden un articulillo que escribí en este mismo Blog en el que me choteaba vilmente de ciertos personajes a los que me refería como «Hartistas». En él comentaba, con todo lujo de detalles, los sentimientos que inspiraban en mí tales sujetos y su grupito de seguidores, afirmando después que en muchos casos su actitud y rocambolescas obras eran, simplemente, la tapadera para esconder enormes dosis de ignorancia y falta de buen gusto.

El caso es que, cuando el texto ya estaba escrito, decidí que acompañarlo de ciertas imágenes sería útil para mejor coñearme de los aludidos. Por tanto, cogí la cámara, cerré los ojos y disparé unas cuantas fotos al azar mientras pegaba brincos o daba vueltas sobre mí mismo. Después, seleccioné algunas tomas bien aberrantes y las utilicé para decorar el artículo. De entre todas ellas, la más majadera ocupó el dudoso privilegio de aparecer en la portada de la web.

La lista de sueños.

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Finding M8.

diciembre 11, 2006

Quien conozca este blog, y también el de mi colega David, sabrá que Leica ha estado presente en nuestras vidas, de un modo u otro, desde hace bastante tiempo. Nuestro análisis del respaldo digital para la R9 en Caborian propició el surgimiento de toda una serie de controversias, comedidas en unos casos, airadas en otros, que nos impulsaron a escribir ciertas reflexiones y comentarios en nuestras páginas personales. La reacción a dichos textos no se hizo esperar, de modo que, tras un tiempo, las iras de ciertos usuarios de la compañía estallaron cual bombas de relojería, algo que, por otra parte, ya esperábamos. Sin embargo, como dije en cierta ocasión, vivimos en un estado de derecho cuya grandeza reside, fundamentalmente, en la libertad de expresar libre y públicamente lo que sentimos, de modo que, en última instancia, todos los debates resultan esclarecedores para aquel que los observa desde la barrera, ya que puede forjarse su propia opinión en base a escuchar todas las posibles versiones de los hechos.

Con estas reflexiones quiero expresar que, aunque David y yo nos mantenemos firmes en nuestras posturas y valoraciones personales sobre ciertos productos, también sabemos reconocer el trabajo bien hecho y, por tanto, queremos romper una lanza desde nuestros propios espacios personales a favor de la lectura del siguiente texto, titulado «Leica M8 – Another Perspective « . El documento ha sido escrito por Don Rubén Osuna (uno de nuestros críticos principales, pero también el más argumentador) en colaboración con otros autores.

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Alguién vendrá que bueno me hará ó Leica M8 strikes again.

noviembre 13, 2006

A tenor de la puesta en venta de la Leica M8, con los graves problemas que actualmente presenta, y animado por los comentarios que escribió David en su blog, había redactado mis propias reflexiones sobre el tema. Era un artículo bastante ácido que hablaba de silencios, de demagogia, de parcialidad, de engaño, de la frustración de cierta comunidad de usuarios y de manipulación. Además, aprovechaba para comentar lo triste que resultaba que ciertas personas (muy pocas esta vez, es cierto) continuaran defendiendo cosas ridículas e insostenibles, y también me pronunciaba sobre algunas otros asuntos que no venían, quizá, tan a cuento.

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Canon contra Canon… o no.

octubre 29, 2006

Algún lector recordará el artículo titulado «Y al final fue Canon contra Canon» que publiqué hace ya un tiempo en este mismo blog. Lo escribí cuando la EOS 400D fue anunciada y tras probar la Sony Alpha 100, que me dejó bastante desencantado (más de lo normal, si cabe, porque tenía muchas esperanzas puestas en ella). Por aquel entonces decía que, al final, la única compañía que parecía capaz de presionar a Canon era, en resumidas cuentas, ella misma al renovar sus propios modelos.

Canon contra Canon… o no.

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Todos contra Erwin Puts.

septiembre 18, 2006

Nota: si has llegado aquí a través algún foro en el que se me critique explícitamente de forma personal y profesional, deberías LEER ESTO.

Pocos habrá que no conozcan, a estas alturas, a Erwin Puts. Internacionalmente famoso por publicaciones como «Leica Lens Compendium» y por sus artículos técnicos de gran calidad, es un perfecto conocedor del mundo Leica y también un gran amante del mismo. En su propia web declara, de hecho, que su cámara favorita es una M7, aunque posee una Canon F1 y una EOS 33. Puts también reconoce que cuando utiliza la Canon continua enfocando a mano y que aún dispara, si lo hace por diversión, con negativos de blanco y negro, además de elegir, como no podía ser de otra forma, los papeles de revelado con todo cuidado y seleccionar minuciosamente las pequeñas compañías encargadas de positivar sus trabajos.

Todos contra Erwin Puts.

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This is the end… my friend.

septiembre 8, 2006

En confianza, debo confesar que siempre me han atraído fotográficamente las grandes catástrofes y la vida en un mundo post-apocalíptico. Las aproximaciones al tema, en diversos medios de difusión, han sido varias, desde la genial puesta en escena de San Juan en el último libro de la Biblia hasta la típica guerra termonuclear, bastante más manida pero siempre resultona, pasando por meteoritos, invasiones alienígenas, virus mortales, resurección de los muertos, etc. Creo que uno jamás crece y se desarrolla como fotógrafo hasta que enseña un trabajo realizado en estas condiciones, donde se puede demostrar toda la sensibilidad que, como artistas, atesoramos.

This is the end… my friend.

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Y al final… fue Canon contra Canon.

agosto 29, 2006

Esta vez voy a empezar el artículo curándome en salud y haciendo un poco de historia. Todo el mundo que conozca Caborian, o al menos, muchos de los integrantes de nuestra comunidad, saben que desde siempre hemos tenido fama de canoneros. A ello han contribuído varios factores, entre otros, estas afirmaciones presentes en nuestro manifiesto:

» Si estás con tu novia haciendo fotos, abres la mochila (pacopro) y te dice; Amooour…¿Y ese objetivo qué es nuevo? , reponderás; ” No ultra-megamooour, es… LA CANONFILIA! que procrea. «

«Tratarás de engranar la Torlinga sobre todas las cosas y no pronunciarás el nombre de Canon en vano (se aceptan Nikoneros). «

Y al final… fue Canon contra Canon.

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Look at me.

julio 25, 2006

De vez en cuando podemos encontrar navegando por la red páginas y proyectos verdaderamente interesantes. El problema es que muchas veces cuesta bastante llegar a esos sitios si no tenemos una base de partida, así que, en algunas ocasiones, me dedico simplemente a hacer búsquedas interminables a ver si, por casualidad, encuentro algo que merezca la pena. En concreto, hoy estaba intentando localizar galerías con fotos antiguas, ya que muchas de ellas presentan una belleza rancia y melancólica que me llama poderosamente la atención, y me topé de bruces con el proyecto LOOK AT ME, que al parecer es bastante conocido en algunos círculos (incluso ha sido portada del Financial Times) aunque mi ignorancia me mantenía apartado de él.

Look at me.

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Grande ande o no ande: megapíxeles, RAIDs y superordenadores.

julio 6, 2006

Desde hace unos años está de moda, entre algunos profesionales y pretendidos fotógrafos avanzados con ansias de profesionalizarse, ir reservando sistemáticamente las réflex digitales más avanzadas del mercado a medida que son anunciadas o rumoreadas para poder adquirir alguna de las primeras unidades de estas máquinas, quizá con la esperanza de realizar mejor su trabajo y ser más productivos. Es algo que sucedió con la Nikon D2X (bueno, en realidad no) y también con todas las versiones de la EOS 1Ds, desde la primera hasta la sustituta de la actual, que según se rumorea, poseerá entre 22 y 24 megapíxeles.

megap�xeles, RAIDs y superordenadores.

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El mercado se pone α100.

junio 14, 2006

Últimamente Sony está de moda. Cualquier página de fotografía que se precie, cualquier usuario de cámaras réflex digitales, ya ha oído hablar de su nueva criatura, la α100. Como este blog no podía ser menos que los demás, yo también me he decidido a escribir alguna que otra cosa sobre el nuevo sistema, que recibo con sabor un poco agridulce. ¿Por qué?, bien, creo que porque nunca he sentido simpatía por la gran S, a pesar de sus más que acertados movimientos de cara al crecimiento global de la compañía (aunque hay quien dice que habría quebrado de no ser por el mercado de los videojuegos). Comencé a cogerle tirria con el nacimiento de la primera Playstation, esa consola de la que todo el mundo se reía, habida cuenta de que iba a competir con Sega y Nintendo, gigantes indiscutibles del sector. Sin embargo, aquella máquina no tardó en despachar a Sega Saturn y fue uno de los pilares fundamentales de la cuasi destrucción de Sega como fabricante de hardware, porque, cuando ésta puso a la venta la excelente Dreamcast, Sony imperaba en el mercado y ya había vertido bastante publicidad (falsa) sobre las maravillas de su nuevo sistema, la entonces novedosa Playstation 2, de modo que tenía a casi todo el parque de usuarios de su parte. Nintendo, por su parte, no aguantó el tirón debido a la fiascosa N64, de cartuchos, y sólo pudo sobrevivir gracias a la Game Boy y los benditos Pokemon, aunque, al menos, le está dando bastante sopa con ondas a la PSP gracias a la pequeña Nintendo DS. Con toda esta parrafada quiero decir que odio relativamente a Sony por matar algunas de las sagas de videojuegos que yo más admiro al mismo tiempo que terminó con Sega. Sé que no veré un Shenmue 3, o un Panzer Dragon Saga 2, y no creo que pueda perdonarles nunca mi trauma actual y adolescente. Lo malo es que tampoco debería echarles la culpa a ellos.

El mercado se pone α100.

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