Linux y fotografía digital: introducción.

Si alguien se toma la molestia de introducir el título de este artículo en algún buscador, posiblemente la primera página que encuentre sea la de Hugo Alonso, autor de un excelente y extenso comentario sobre el tema. La lectura del mismo, para cualquier interesado, es prácticamente obligada, así como la visita a la web de Tomás Senabre, dedicada íntegramente al tratamiento digital utilizando software libre. Sus sitios personales fueron las primeras referencias que hallé en la Red y debo decir que ambos me ayudaron mucho cuando no sabía ni por donde empezar. También me gustaría citar otra página importante, Color’round Linux, que está dedicada a la gestión de color en este sistema operativo y resulta una referencia muy valiosa a la hora de trabajar con perfiles de color. Procuraré no repetir los datos que ellos, mucho más conocedores de los entresijos del sistema operativo que yo, aportan en sus artículos. De hecho, tan sólo me limitaré a exponer experiencias personales y comentar, paso a paso, mis progresos a la hora de migrar el flujo de trabajo al que estoy acostumbrado en Windows a la nueva plataforma. Por ello, en esta serie de artículos narraré en primer lugar como configuré el sistema en mi máquina y luego pasaré a realizar comentarios un poco detallados sobre las aplicaciones de edición que vaya probando. De lo que me convenzan sus resultados dependerá la conclusión final de esta serie de pruebas, que todavía no conozco :D.

Linux y fotograf�a digital: introducción.

Sé que la pregunta evidente de cualquiera que lea este texto seguramente será, ¿por qué te ha dado por instalar Linux?, ¿no ofrecen los sistemas operativos de Apple y Microsoft una gama de aplicaciones mucho más amplia y soporte para todo tipo de dispositivos?. La respuesta es sí, mentiría si lo negara. De hecho, mi aventura con Linux no se inició por nada relacionado con la edición gráfica, sino más bien por necesidades profesionales, ya que es presumible que me pidan conocimientos de Unix en general y Linux en particular si quiero trabajar en algún departamento de bioinformática al acabar mi tesis, por poner un ejemplo. Como estaba dispuesto a enfrentarme a mi asignatura pendiente, cogí un PC viejo y le instalé como sistema operativo único la distribución de moda hace una temporada, Ubuntu 6.06 LTS, basada en la veterana Debian, totalmente orientada al usuario de escritorio y desarrollada por Canonical, una pequeña empresa privada. En esta ocasión, tras probar durante unos días el sistema operativo (SO), quedé gratamente sorprendido por su madurez. Había trabajado un poco (muy poco) con las primeras versiones de Red Hat, Mandrake, SUSE… y, con el tiempo, los fui aparcando a todos ellos por el gran número de problemas que surgía al trabajar día a día (algo tan simple como grabar un CD con los primeros Red Hat era una proeza, o incluso imposible, según la configuración de hardware de nuestro ordenador), de modo que Linux se convirtió para mí en la alternativa de escritorio no utilizable y, como tal, lo arrinconé durante muchos años. Con el SO de Canonical todo cambió de la noche a la mañana: disminuyeron (mucho) los problemas con el reconocimiento del hardware, la implementación del fantástico sistema de paquetes de Debian me facilitó la instalación y desinstalación de componentes más que nunca y las aplicaciones distribuídas con el Live CD, así como las incluídas en los repositorios, me parecieron realmente maduras, completas y aptas para el trabajo.

En este sentido, el trabajo de Canonical, con visión puramente empresarial (la compañía cobra bastante por dar asistencia personalizada sobre el sistema operativo) fue importantísimo. La empresa, (fundada por Mark Shuttleworth hace unos años y con más de 90 personas trabajando actualmente a tiempo total en ella), pretende crear un estándar real, una alternativa sólida frente a Windows, por lo que se aleja bastante de cualquier otro grupo de desarrollo de Linux. Así, las versiones de Ubuntu se publican con rigurosa periodicidad y responden a las necesidades reales del usuario de escritorio típico, con un perfil radicalmente diferente al del linuxero tradicional. De hecho, se podría decir que, aprovechando la sólida base de Debian, intentan desarrollar un Linux que sea tan sencillo de utilizar como MacOSX o Windows (aunque sin sacrificar la potencia real del entorno en caso de que el usuario quiera disponer de ella). Desde luego, resulta paradójico hasta cierto punto ver como el puro poder del dinero hace avanzar a pasos agigantados al sistema libre por excelencia :D.

Con todo, el Ubuntu 6.06 LTS tenía algunas pequeñas asignaturas pendientes, como por ejemplo la gestión de códecs multimedia o drivers restringidos. Los desarrolladores de Ubuntu estuvieron implicados (algunos aún lo están) en la creación de Debian, con lo que Ubuntu heredó la promesa de adhesion al software libre que también comparten la inmensa mayoría de distribuciones de Linux. Esto implicaba tener que instalar más o menos a mano el driver de nuestra aceleradora 3D (privativo) y también el buscar los códecs más comunes en repositorios especiales (su inclusión por defecto implicaba problemas legales), lo que, si bien no tenía especial inconveniente, sí resultaba un incordio. El driver de la tarjeta gráfica tampoco estaba maduro, no existía una utilidad de configuración como tal y la modificación de los datos de nuestra aceleradora (como la resolución o la presencia de un segundo monitor) pasaba siempre por la edición manual y a veces no sencilla del archivo xorg.conf. Además, el 6.06 LTS daba problemas con bastantes portátiles, reconociendo malamente algunos dispositivos. Tampoco tenía incorporada la aceleración 3D en el escritorio (algo muy en la línea del interface Aqua de Mac, pero más espectacular visualmente) y la activación de la misma implicaba un cierto trabajo extra para que luego, además, surgieran problemas de estabilidad ocasionales.

Por todo ello, esperaba como agua de Mayo la siguiente versión del SO, la 7.04 (existió una 6.10, más moderna, pero no me actualicé). Y, desde luego, creo que aguardar durante bastante tiempo mereció la pena. Si bien, y como es natural, el Ubuntu 7.04 (alias Feisty Fawn) no incorpora los drivers privativos ni muchos códecs multimedia, ahora su instalación y gestión se realiza a golpe de click. Además, el driver de Nvidia mejoró escandalosamente durante este tiempo (lo siento por los propietarios de tarjetas ATI, que no han avanzado nada en este aspecto), de modo que las nuevas versiones incorporan también una aplicación gráfica para configurar los parámetros de nuestra tarjeta (se acabó, por ejemplo, la compleja edición del xorg.conf para añadir un segundo monitor). También se incluyeron los efectos de escritorio dentro de la propia distribución, se mejoró muchísimo el reconocimiento de dispositivos, la virtualización de sistemas operativos por hardware… y, en definitiva, casi todos aquellos aspectos que necesitaban una revisión (a costa, en ciertos casos, de introducir código propietario en el sistema para desilusión de muchos). Fue entonces cuando realmente me animé e instalé el sistema operativo para trabajar con él en varios ordenadores, entre ellos mi propio equipo de escritorio. En ese momento también me planteé, ¿podría utilizar el Linux para revelar y procesar mis fotografías digitales?.Sabía que si la respueta era afirmativa, ahorraría mucho dinero en el futuro.

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Ubuntu 7.04 corriendo en mi ordenador.

¿Y qué problemas presenta todavía Feisty? (para quien no se halla dando cuenta, el nombre de la versión corresponde al mes y al año en el que vio la luz). Actualmente, muy pocos para el 99,99% de los usuarios. Con todo, precisa madurar aún más los efectos de escritorio, ampliar el reconocimiento de hardware (por ejemplo, en un Amilo fui incapaz de que reconociera el Touch Pad como un Synaptics), mejorar su driver para la comunicación con unidades formateadas en NTFS (para mi gusto la utilidad de configuración que se puede instalar no vale gran cosa, terminé antes definiendo las unidades a mano en el fstab) y pulir algunos otros problemas menores que pueden hacer que eventualmente tengamos que configurar cosas en la terminal. Son una serie de cosillas que desaparecerán en las siguientes versiones y que cualquiera con unos conocimientos no muy elevados de informática puede solventar. Con todo, creo que sigue sin ser una buena idea que alguien que no sepa absolutamente nada lo instale para trabajar en serio con él en su ordenador (me refiero al perfil que podrían dar muchos usuarios de OSX o Windows que ni siquiera conocen el término directorio) .

 

Para el resto de usuarios que, como yo, son torpes pero están más familiarizados con los ordenadores, un sistema como el que ahora ofrece Canonical presenta ventajas muy interesantes:

 

1. Es libre, y la compañía ha prometido que siempre será gratuíto. Esto nos permite, a priori, montarnos un PC realmente barato y perfectamente apto para trabajar sin tener que pagar licencias a nadie. Con esto quiero decir que es posible que algún día compre un Mac para la edición gráfica (o no, dependiendo del camino que tome Linux y el resultado de mis pruebas), pero no dejaré que Apple asalte mis arcas a mano armada más de una vez, porque el resto de máquinas que utilice llevarán con toda probabilidad Ubuntu u otra distribución parecida.

 

2. Es mucho más rápido que Windows Vista o Windows XP. Tengo al Feisty trabajando en un equipo vetusto (PII 450 mhz, 512Mb de RAM, 40Gb de HDD y Gforce 3 Ti500 de 64Mb) y corre sin ningún problema.

 

3. Pueden elegirse varios tipos de entornos de ventanas: Gnome, KDE, XFCE… cada uno es diferente y más apto para un tipo de gustos o necesidades, aunque, por defecto, Ubuntu viene con Gnome (y, por tanto, Gnome es el que yo empleo, entre otras cosas porque también me gusta bastante a pesar de ser menos configurable que, por ejemplo, KDE).

 

4. No existe registro del sistema, como en Windows, y no hay elementos ocultos y crípticos en directorios oscuros de nuestro disco duro, de modo que podemos saber prácticamente a que corresponde cada uno de los archivos que nos encontremos.

 

5. Por el momento, no es necesario instalar antivirus alguno, ni software anti-spyware.

 

6. Existe un inmenso elenco de aplicaciones gratuitas perfectamente capaces de sustituir a sus equivalentes en Windows que se instalan y desinstalan a golpe de click. Con Linux se acabó el crakear y actuar como bandoleros. Tendremos derecho a utilizar nuestro ordenador para lo que consideremos más apropiado. Como era de esperar, también hay software de pago y yo en particular no me opongo a ello, de forma que si en algún momento es necesario hablar de un programa de este tipo, lo haré.

 

7. La política de actualizaciones es mucho mejor que la de Windows o MacOSX, de modo que automáticamente el propio sistema se descarga las nuevas versiones de todas las aplicaciones, drivers y resto de paquetes que tengamos instalados. En principio, no tenemos que preocuparnos de nada. La velocidad de aparición de los componentes actualizados también es muy alta.

 

8. El sistema operativo no se corrompe con el tiempo, siempre funciona igual. Tampoco es necesario desfragmentar el disco duro.

 

9. Una vez que todo está instalado y configurado, es realmente estable. El entorno de ventanas en Linux es una aplicación más que corre sobre un kernel duro como una roca. De hecho, puede reiniciarse sin problema alguno cuando lo precisemos sin apagar el ordenador.

 

Si fuéramos programadores o administradores de red las ventajas serían todavía muchísimas más, pero desarrollar ese aspecto no es el objeto de esta serie de artículos.

 

Con todo, para muchos usuarios Linux puede ser inapropiado. En primer lugar, carece de juegos (algo que a mí personalmente me da igual, ya que para eso utilizo mis consolas) y, en segundo lugar, hay aplicaciones que aún no están tan maduras como en Windows o Mac, lo que a veces nos obliga a adoptar nuevas estrategias de trabajo. Finalmente, en algunos casos, no existen sustitutos reales de ciertos programas. Por ello, aunque sea a modo de emergencia, es bueno tener nuestro Windows o MacOSX en una partición o discuro duro a parte, ya que puede sacarnos de un apuro (o ser totalmente imprescindible para alguna cosa, como es mi caso). Finalmente, también creo que actualmente Linux tiene muchas más ventajas sobre Windows que sobre MacOSX (que es un excelente sistema operativo y, por cierto, con base Unix). De hecho, en el caso de que tengamos un Mac y seamos el típico usuario de escritorio, creo que tan sólo los aspectos éticos de la libertad de uso y el desembolso a la hora de adquirir cierto software que en Linux es gratis pueden animarnos a dar el salto (y si esa es nuetra motivación, ¿por qué diablos hemos comprado un Mac?).

 

Para terminar la introducción me gustaría aportar algunos enlaces más sobre Ubuntu, la historia de Unix en general y Linux en particular. Así, es una buena idea comenzar utilizando como punto de partida la Wikipedia y, por ejemplo, leer este comentario sobre la historia y desarrollo de Unix y también este otro, ya sobre Linux. En ambas entradas de la Wiki existen a su vez abundantes referencias para ampliar nuestra información tanto como queramos. Centrándonos ya en Ubuntu, dos enlaces son los fundamentales, el de la web oficial del sistema operativo y el del Portal Hispano de Ubuntu, con unos foros muy competentes para que podamos resolver todas nuestros problemas y dudas (o no). Feliz lectura ;).

1 Responses to Linux y fotografía digital: introducción.

  1. […] Alberto Riera, [[C|-|E]], co-administrador de Caborian ha publicado en su blog dos interesantes artículos de las posibilidades que nos brinda GNU/Linux y su uso en fotografía digital. El primero es una introducción y explicación de los motivos que le han llevado a gestionar todo su flujo de trabajo fotográfico bajo GNU/Linux (Ubuntu) y el segundo está destinado sobre todo a la calibración de los monitores y preparación del sistema operativo. Parte 1 (introducción)  | Parte 2 (configuración). […]

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